Hoy nos despedimos de alguien muy especial, de alguien que nos regaló bellos momentos. Raquel, la psicóloga como la llamamos nosotros, se jubila.

Con ella hemos comparitdo su paciencia, su sabiduría y su cariño. Nos ha dedicado mucho tiempo tanto a nosotros como a nuestros padres. A lo largo de estos dieciocho años han pasado por el colegio muchos alumnos y alumnas como nosotros, y en todos ellos ha dejado una huella muy importante.

Agradecerte, en nombre de tus alumnos que estamos aquí, y en el de todos nuestros compañeros que nos han precedido desde aquel año en el que entraste, marzo del 2001, por tu paciencia por la infinita paciencia que tuviste, y por sembrar en todos nosotros tus conocimientos, tus valores y tu simpatía.

Pero sobre todo por tu profesionalidad con esas palabras de aliento y de apoyo en momentos precisos y a veces complicados. Gracias por esos consejos, por esos ratos de compañía que para nosotros eran importantes. Es una satisfacción para todos nosotros haber compartido contigo esta historia en este Colegio Salesiano.

A partir de ahora empiezas una nueva etapa en tu vida, la que llaman de jubilación, pero conociéndote sabemos que no te jubilarás definitivamente. Ahora tus objetivos y prioridades son otros: tu marido, tus hijas, tu madre y sobre todo tus nietos, que serán el motor y la ilusión de tu nuevo trabajo.

Se acabó el trabajo incansable con nosotros.

Te deseamos que disfrutes y que todo tu esfuerzo y tu interés sean para compartir con tu familia y amigos. Nos enñaste que las cosas, las metas, no se conseguían de otra forma más que con el esfuerzo, voluntad e ilusión. Sigue compartiéndolas con los tuyos.

Han sido a muchos y a muchas a los que nos has formado.

Gracias y enhorabuena no son palabras sufientes para expresar los sentimientos que tenemos ahora, todos, pero sirven para desearte nuevos éxitos en tu vida.

En nombre de todos, te deseamos una feliz jubilación.

Carolina